Lazos sutiles, no muy ajustados, cómodos incluso… puedo percibir incluso un cierto abrigo. Unos lazos que se delatan vivamente al mirar tan solo un poquito más allá de las capas superficiales, de las simples poses o del ego de numerosos divulgadores de diversas enseñanzas orientales que proclaman para sí el pedigrí de sus técnicas, demasiados.
El Yoga puede ser mucho más antiguo de lo que proclaman los libros (35 Siglos?), pudiendo existir desde que el hombre manifestó su carácter espiritual. Cuando hablamos de espíritu, hablamos de religión (no se asusten…), atendiendo a sus términos etimológicos, puesto que la religión es algo mucho más vasto e importante que lo que pinta una Iglesia, secta o cualquier círculo proselitista creyente de unos dogmas afines y estratégicamente predeterminados, por antigüedad que posea. Si indagamos sobre el término, religión es re-ligar, volver a unir al hombre con su esencia intuida, re-conocer su propio origen y prepararse para ese reencuentro, entre otros muchísimos y fascinantes métodos que procuran la auto-observación y el aprendizaje a través de su propia praxis. Uno de los métodos más puros para ello es el Yoga, siendo además curiosa también su etimología: “colocar el yugo“, refiriéndose (los conocedores del sánscrito) al yugo que une dos bueyes, es decir concentrar la mente, absorberse en meditación, recordar, unir, conectar… religar.
Algunas maravillosas veces, como en una sincronicidad cósmica, la historia ha concentrado en un mismo punto geográfico el paso de viajeros o mercaderes portadores de conocimientos con habitantes ansiosos por desvelar sus dudas, y si a esto le añadimos que los unos y los otros sean sabios maestros, cada uno en sus venerables disciplinas, humildes a sabiendas que uno de otros no se contaminan, sino que se enriquecen, el producto pudieron ser diversas y milenarias artes ancestrales, cada cual con su característica u objetivos peculiares y que evolucionaron en sus formas hacia distintas zonas y tiempos, pero con unos fundamentos muy comunes. Así pues, Artes como el QiGong, o posteriormente el TaiJi, aunque bien pudieran ser re-definidas o reestructuradas, no fueron inventadas o descubiertas, sino Generadas a través de sabias incursiones, en uno u otro momento y no por solo una persona; eso sí, de quien bebieron la mayoría hasta saciarse e incluso, como dos amantes llegando a alcanzar juntos el éxtasis fue del Yoga que hoy tratamos.
El Chi chino es el Prana hindú, o el Ki japonés o coreano, y no por ello digo aquí que el QiGong proceda del Yoga, espero que ninguna mente sea capaz de haber deducido esto de mi exposición, pero si que en Todo, como en Todos, hay una raíz común y un objetivo fundamental, así como una raíz fundamental y un objetivo común, por lo que si impera el sentido común, la humildad y el orden dentro del caos de nuestra alocada y ególatra mente, descubriremos en el Yoga, el TaiJi, la Danza del Vientre o en numerosas Artes Marciales internas o externas un Camino o método que escogeremos de acuerdo a nuestras afinidades, que escogeremos porque lo sentiremos vibrar en la misma frecuencia en que nosotros estemos “sonando”, pero no olvidemos, como decía mi padre, de la cuna de la cual procedemos y de esa forma respetar y enriquecernos con el resto de enseñanzas que podamos reconocer en nuestro caminar.
Tu Ego es tan inteligente como temeroso, pues sabe que el día que pare a escuchar desaparecerá. Yùyán
En breve espero publicar, contando con la colaboración de conocedores de este Arte, algunos de los estudios realizados sobre el enriquecimiento del QiGong al impregnarse de la sabiduría que en un tiempo el Yoga (sus practicantes) le proporcionó. De momento, en alguna de las sesiones en nuestro Centro hemos podido, en secuencias tanto de ChiKung como NeiKung, realizar un guiño a más de una “Asana“.