Para realizar un inicial acercamiento a la práctica del auténtico Fēng Shuǐ debemos reconocer y vivenciar las fuerzas opuestas de nuestro entorno con la finalidad de poder gestionar el equilibrio en este.
Para ello será útil empezar con una sencilla exposición de las representaciones del Yin y del Yang en nuestro entorno que podemos evaluar con el sentido de la vista: las formas, las luces, el color,… con el resto de sentidos (sabor, olfato, tacto, oído…) y sobre todo atendiendo a las sensaciones que nos ofrezca la intuición y nuestra capacidad de discernimiento.
Opuestos y equilibrio
YIN |
YANG |
FEMENINO |
MASCULINO |
NOCHE |
DÍA |
OSCURIDAD |
CLARIDAD |
PASIVO |
ACTIVO |
QUIETUD |
MOVIMIENTO |
VACÍO |
LLENO |
NEGRO |
BLANCO |
RELAJACIÓN |
TENSIÓN |
Esto son tan solo unos ejemplos, algunos de ellos conceptuales, con los que podríamos reflexionar y desde los cuales podríamos extraer conclusiones sobre la cualidad o polaridad Yin o Yang de todo lo que nos rodea:
La luz de una estancia podría definirse como Yang si es extremadamente potente o si nos afecta en exceso a la vista, potenciando altamente el color o la luz de los objetos. El color de ésta, aunque sea tenue, también podría ayudar a su cualidad Yang si se asemeja al color del resto de los objetos. Imagina una estancia de un color rojo predominante en las paredes y sus objetos, iluminada con una lámpara de luz del mismo color.
Por otro lado, una luz mortecina que nos impide distinguir con claridad las formas y colores sería así de una cualidad Yin, lo cual no será negativo en caso de ser demasiado predominantes. Así pues, se trata de encontrar el equilibrio. Ya sea Yin o Yang, la luz deberá ajustarse a nuestras sensaciones y el objetivo de nuestro Fēng Shuǐ será la compensación de todos los Elementos.
Sobre las formas ya hablamos anteriormente. Conocerlas con detalle nos acercará a la asociación que de ellas haremos con los Cinco Elementos. Sin embargo, atendiendo al origen y al principio de la dualidad que ahora tratamos, observaremos sencillamente aquello que nos denota una visión Yin o Yang, como por ejemplo un forma puntiaguda o espinosa que pueda tener connotaciones de una manifestación activa, intensa o Yang, o si es ondulada asociada al reposo o Yin.
El color de los objetos será un factor importante en primera instancia, siendo los colores más oscuros, tenues o mortecinos de un carácter Yin y los claros o vivos Yang. Debemos no caer en el error de etiquetar a cada color con un aspecto de la dualidad universal, ya que en ocasiones este dependerá, más que de su pantone, de la asociación que provoque en cada uno de nosotros.
La sensación térmica nos dará a entender también un aspecto Yin en una estancia fría y Yang si es caliente, asociada a la actividad, al fuego.
El sonido, tal y como estudiamos con más extensión en el QiGong del Liu Zi Jue o Las Seis Palabras Secretas en nuestro Curso de TaiChi y QiGong, dependerá de su frecuencia y vibración para estimular, no tan solo el canal energético relacionado con las funciones orgánicas, si no a la parte anímica o emotiva. En el Fēng Shuǐ no solo nos deberemos alejar de los sonidos que nos produzcan intuitivamente malestar sino que podemos, desde el silencio, producir aquellos que nos estimulen beneficiosamente para el fin que deseamos.
Aunque no es indispensable recurrir a ellos, cabe destacar la relación de la práctica de provocar sonidos con los denominados cuencos tibetanos de 7 metales y su mística relación popular con las notas musicales o los planetas asociados, siendo el oro con el Sol (máximo Yang), la plata con la Luna (máximo Yin) y el resto de metales asociados simbólicamente a los planetas observables y a su relación con los Cinco Elementos: el estaño a Júpiter, el cobre a Venus, el cinc a Mercurio, el hierro a Marte y el plomo a Saturno. Se dice que la proporción de la aleación es un secreto celosamente guardado, aunque la importancia recae en el simbolismo del equilibrio que representan al ser escuchados.
El olor estará relacionado a la cualidad Yang cuando sencillamente exista de modo latente. Aunque, de la misma manera que no nos afecta igual el suave arrullo de un riachuelo que el ruido generado por la perforadora de las obras que realizan al lado de tu ventana, preferiremos el olor de la flor de azahar al de una piel de animal chamuscada. Ambos son claramente resultado de una actividad, pero solo tu sentido común es el que te devolverá la respuesta.
La concepción Yin Yang también puede establecerse de una forma más generalizada. De la misma manera que un cúmulo de objetos Yin pueden hacer resultar una estancia Yin, ciertos lugares pueden requerir ser Yin en sí mismos (por ejemplo un dormitorio, un baño o un lugar de recogimiento y tranquilidad como puede ser un Templo). Por el contrario, existen ubicaciones que pueden necesitar aspectos con una tendencia Yang (por ejemplo lugares de actividad o de labores dinámicas, como oficinas, cocinas,…).
Todo puede ser armonioso a tu alrededor, hasta que aparece alguien alzando la voz o alterando el entorno. Por el contrario, situaciones o recuerdos plácidos y agradables podrán motivar en ti una sensación Yin o Yang. Así debemos comprender estas polaridades más allá de las formas y los colores. Son aspectos, en ocasiones muy distantes entre sí, que una vez reconocidos deben tender al equilibrio, más que a su acercamiento.
La compensación será nuestra premisa, más que añadir elementos de una polaridad opuesta, deberemos paliar o evitar el exceso y procurando el equilibrio.