Querer
El método propuesto para meditar adquiere un significado más sencillo, aunque radica en ella un trabajo inicial que no debería ser más dificultoso que el de lanzarnos a una piscina de agua fría. Debemos querer, con toda la determinación posible, ser conscientes de que necesitamos retornar de alguna forma, para que nuestra esencia observadora y objetiva sea consciente de la actividad mental. El primer paso es reconocer que somos presa de un estado mental caótico.
Una parábola oriental hace alusión a este hecho de una forma muy clara cuando asemeja el estado de nuestra mente con el de un recipiente con agua y barro que al estar en continuo movimiento enturbia la superficie con el lodo y al mantenerlo en reposo éste se deposita en el fondo ofreciéndonos el agua clara. Esa es la clave: la calma. Además, según aquella metáfora, el lodo reposado procura además que la semilla de la flor de loto pueda enraizarse y fructificar.
Hagamos así una buena lectura de aquellos mensajes que nos alientan a aprovechar la vida, a no dejarnos nada por hacer y a vivir el momento y vivamos justo ese instante, pero sin prisas y con calma, pues corremos el riesgo de que al querer hacer tanto y con tanta obcecación nos lo perdamos casi todo, porque vivir es tan solo ser conscientes. De qué nos sirve que nos ocurran 2000 sucesos extremadamente rápidos cuando lo que importa es que vivamos con conciencia, aunque solamente sea uno de ellos y extraigamos de él toda la lectura que nos ofrece. Tras una práctica adecuada de meditación, un suceso tan solo, incluso si es tan sencillo como observar una planta, nos parecerá vertiginosa y maravillosamente importante.
Como mencionaba se trata de determinación y humildad, de querer realmente y lanzarse a esa hipotética piscina con total confianza y sinceridad. Empezar reconociendo la necesidad de autobservarte ya tiene su trabajo, por lo que no debemos pretender conseguir en los inicios alcanzar el Nirvana, sino observarnos, analizar nuestro momento con la autocrítica de nuestro Sabio interior y de nadie más.
Cómo
El significado más adecuado que encontré jamás sobre el concepto de meditación es “sentarse en paz”, por lo que la postura a adoptar ha de ser la más cómoda, pudiendo ser tumbados, sentados o en pie, evitando cruzar cualquier miembro, manteniendo la columna vertebral erguida y entrecerrando los ojos para concentrar nuestros pensamientos tanto en el exterior como en el interior. Existen métodos también muy sencillos y eficaces al tiempo que caminamos, o escuchamos música e incluso observando un cuadro o un sugerente y fascinante Mandala. A partir de aquí, nuestro trabajo empieza tal y como dije, por reconocer a nuestros egos y procurar mantener en reposo el lodo que embarra nuestra superficie mental. Para ello, una técnica infalible tras varias prácticas es el reconocimiento de la respiración.
En ocasiones se nos ofrecen una preciosa metáfora donde se muestra el paralelismo de nuestra práctica a una montaña con nubes y que nos hace comprender que el enraizamiento o postura adecuada debe ser firme como ésta y los pensamientos como los de unas nubes borrascosas que cubren la cima, nuestra mente, y a las que debemos escampar mediante el viento, nuestra respiración.
En la respiración radica la base para que nuestros pensamientos tal y como aparezcan reposen en el fondo. La intención y concentración debe dirigirse hacia este proceso, debiendo hacerlo de forma natural al inhalar y lentamente al exhalar, concentrándonos en el abdomen, tal y como mencionaba en el método de la respiración diafragmática. No será muy útil al inicio contar nuestras respiraciones, por ejemplo en sentido descendente de 10 a 1, lo que nos ayudará a no distraer nuestra atención sobre el resto de pensamientos que nos invaden y si es así, ser conscientes de cuándo ha ocurrido esto y reiniciar de nuevo la cuenta. También podemos utilizar otro método similar, cercano al budismo tibetano, que sería utilizar un mala (cuentas o rosario, como se denominaría en las tradiciones cristianas) con el que nos permita seguir, mediante Mantras u oraciones, la cuenta de sus perlas o semillas, 108 en el caso de los collares y 9, 22 o 27 en las de muñeca.
Una vez sosegada nuestra mente y tras un periodo de práctica adecuado, nos adentramos en el camino contemplativo o de la meditación. Un tema o suceso sobre el que extraer una conclusión no contaminada, o una interesante técnica de introspección arquetípica que nos de claridad en el Camino de nuestra evolución, las posibilidades y beneficios de la meditación son enormes y tan solo tú tienes la respuesta sobre lo cierto de estas consideraciones.
Esto tan solo es el inicio, sin mayores pretensiones tal y como indicaba con anterioridad. Técnicas avanzadas para meditar o ejemplos sobre profundas introspecciones son merecedoras de un Tratado para sí, además y a ser posible, acompañadas de una experimentada guía presencial. Pero tan solo con las sencillas prácticas propuestas a continuación, en nuestro dormitorio, en el estudio, trabajo o incluso en el autobús, quedaremos sorprendidos de ver cómo vamos alterando favorablemente nuestro estado de conciencia y lo útil que nos puede resultar. A partir de aquí y tras establecer este primer contacto, quien busca encuentra este anhelado contacto contigo mismo. Es el inicio.