I Ching | Yi Jing. Hexagrama 38 – K’uei
38
K’uei / La Oposición
Malentendidos.
Duì, lo Placentero y Lí, lo Adherente. La oposición describe una situación en la cual la gente va en direcciones opuestas debido al malentendido. O es que entendemos mal al Sabio, al Destino, al sentido de la vida, al orden Cósmico de los valores, a los otros, o es que no nos entienden a nosotros.
En los términos del I Ching, la gente sigue caminos falsos y se opone a la verdad, no porque sean obstinados o malos, sino porque malentienden la verdad. Sienten que seguir la verdad los llevará a dificultades; así que adoptan una actitud sin esperanza en el momento de seguir la verdad. No perciben que sólo siguiendo el camino de la verdad pueden alcanzar lo que buscan. Este malentendido tiene lugar cuando consideramos sólo los factores externos de la situación. Nos imaginamos toda clase de razones por las que algo no puede funcionar, sin darnos cuenta de que con nuestros pensamientos negativos obstaculizamos el éxito que buscamos. Simplemente al liberarnos de esta disposición de ánimo, reabrimos la puerta al éxito.
A menudo recibimos este hexagrama cuando empezamos a sospechar que todo está en contra nuestra, o que debemos encarar los desafíos de la vida sin ayuda de ninguna parte, o que no hay propósito en la vida, o que los acontecimientos hostiles no tienen ningún significado. Este hexagrama nos dice que aunque no nos demos cuenta, se nos está ayudando. No debemos caer en el aislamiento al desconfiar en el proceso de la vida. Los acontecimientos tienen sentidos que no tenemos por qué comprender completamente; nuestra vida tiene propósitos más altos que deberíamos cumplir. La adversidad es necesaria para crecer y para la realización de nuestra naturaleza suprema.
La razón primordial que entendemos mal, es que nos equivocamos al no tener en cuenta la presencia del Poder Supremo en todas nuestras actividades. Los acontecimientos hostiles se presentan cuando rehusamos obstinadamente considerar su realidad. El grado de indiferencia que tenemos con el Poder Supremo llega hasta el punto en que se resiste a ayudarnos; nuestra obstinación llega a un extremo tal, que el Poder Supremo tiene que impresionarnos para que nos demos cuenta de su presencia. Cuando experimentamos la conmoción, el Poder Supremo está llamando a la puerta de nuestra conciencia para decirnos, “escucha, yo también estoy aquí, y no me puedes ignorar en esta situación”.
Cuando nos damos cuenta de la fuerza oculta, presente en cada situación, somos socorridos en todo lo que estamos dispuestos a hacer. Los acontecimientos no tienen por qué ser hostiles. Como las aguas de un río, el Cosmos fluye a lo largo de su curso; cuando remamos hacia un lado, chocamos con la ribera; cuando remamos río arriba, nos agotamos y nos rendimos; cuando vamos con el Cosmos todo va bien.
A menudo recibimos este hexagrama porque desconfiamos del Sabio, nuestro maestro. Pensamos que es indiferente, o que “está ahí para enganarnos” de alguna forma o que quizá es un embustero. Tan sólo estamos malentendiendo la
forma en que funcionan las cosas. Nuestro ego siempre quiere ver la línea recta hacia el éxito. El camino del Sabio, de alguna forma, es el camino de la naturaleza, diverso e indirecto. Todo se logra por medios secretos que resuelven los problemas en su totalidad; exactamente como el poder del sol, de la tierra, del viento y del agua, todo contribuye al proceso de crecimiento y maduración de las cosas. El camino serpentea fuera de la vista y de la medida del ego.
Debemos confiar en este proceso oculto y adherirnos a él, porque es la verdad interior lo que continúa cuando todo parece imposible. Es el Tao, del cual podemos llegar a ser conscientes, pero no llegar a conocerlo. No tiene reglas que
podamos memorizar, pero cuando lo percibimos, toda la oposición desaparece; estamos en armonía con él, y somos nutridos por él.
El agua y el fuego nunca se mezclan. Lo mismo que sucede con la iluminación y la preocupación. No podemos ver con claridad, alcanzar el punto de vista Cósmico, mientras estamos sujetos a miedos inquietantes. El antagonismo (malentendido) se presenta por la desconfianza, la duda, el miedo o la ansiedad. Mientras estemos cautivados por estas emociones, seremos incapaces de ver que los acontecimientos que parecen funestos muchas veces son el único medio por el cual cierto asunto puede ser rectificado y corregido. Es esencial mantener la mente abierta y eliminar la desconfianza al negarnos a escuchar los argumentos de nuestro ego.
En los tiempos de la oposición, las situaciones no pueden ser corregidas con un ataque de frente, con brusquedad, galanteo o persuasión. El esfuerzo solo intensifica la desconfianza. Debemos desligarnos realmente, seguir nuestro camino con dignidad y depender del poder de la verdad para penetrar lentamente.
Por último, no debemos castigarnos con los malentendidos. Cuando somos confrontados con nuestra ignorancia y con nuestra arrogancia, somos capaces de alcanzar la humildad y la verdadera comprensión. Los malentendidos son el preludio necesario para la comprensión. De la misma forma que el Sabio nos da el margen para el error, tenemos que darnos un margen a nosotros mismos y a los demás, para errar. Entonces, cuando finalmente la luz se abre camino, la comprensión y la iluminación la siguen.
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