Feng Shui …Y tu también
Es curioso ver como muchos de nuestros jóvenes e innovadores arquitectos, en un exultante ánimo de marcar diferencia con sus anticuados maestros, nos ofrecen costosos y complejos estudios en el que parecen disfrazar sus avanzados conocimientos de alto diseño bajo un atractivo concepto: Feng Shui.
Nuestros ancestros sabían escoger el lugar más adecuado para ubicar su morada, y en Oriente, cómo no, bajo la influencia de los Animales Celestes, arropados por la montaña, entre el abrazo de las colinas, orientados por las Estrellas Volantes y previa consulta de los oráculos del I Ching, mención que avergonzaría, claro está, a nuestros actuales ingenieros; pero había aún algo más venerable que todo esto y considerado como la piedra angular de la edificación: el estado físico, anímico y espiritual de sus ocupantes. Sin ello de poco serviría el Feng Shui ya que ellos mismos adoptarían las condiciones de un elemento perjudicial y en desarmonía con aquel entorno. No perderían el tiempo buscando una perjudicial flecha envenenada cuando el Shar Qi emanaba de su propio interior.
Sin embargo, todo ello cambiaba si el estado y condiciones eran favorables, no sintiéndose Yin ni Yang, sino un equilibrio de todo ello y por consiguiente, Yin y Yang al mismo tiempo; podrían ser favorables en un entorno favorable, pero también podían ser tan tremendamente favorables que ni el entorno más desequilibrado pudiera dañarles, modificando incluso el estado energético del lugar con su propia actitud. Conocían los elementos y entre otros, las fuerzas y condiciones que representaba el Pa Kua del I Chin, interpretando el lenguaje de la Naturaleza, pero sobre todo y a pesar de los inconvenientes naturales, reconocían en su interior el Pa Kua y sus Trece Fuerzas y sentían la conciencia en sus movimientos y actitud, tanto en el Aire como en el Agua, como en un Feng Shui interno, practicaban QiGong.